martes, 30 de agosto de 2011

Amores imposibles, amores improbables.

La Real Academia definde la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder y define improbable como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente, puestos a escoger, a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo. La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza, a la ética...
Que David ganara a Goliat era improbable, pero sucedió...
Un afroamericano habitando la casa blanca era imrprobable, pero sucedió...
Que los Barón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero también sucedió...
Nadal desbancando del número 1 a Federer, una periodista convertida en princesa, el 12-1 contra Malta...
El amor, las relaciones, los sentimientos, no se fundamentan en una razón prudente, por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores improbables, por que lo improbable es por definición probable, Lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar.
Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.

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