domingo, 31 de octubre de 2010


Dicen que enamorarse es un acto reflejo, como tener miedo. Yo fuí una niña sin miedo, no me asustaban los fantasmas, ni los monstruos, ni la oscuridad. Podía mirar debajo de la cama, segura de que no habría esqueletos ni vampiros. Podía enfrentarme a las niñas de quinto segura de que no me quitarían la merienda.Y así hasta hoy. Segura de que puedo cojer una mano y avanzar por un un callejón vaciando el cargador porque no es eso lo que me dá miedo, lo que me aterra es decir que si a algo que no puede cambiar mañana, pensar en un sofá para toda la vida, un crédito hipotecario, en una declaración conjunta o en un "esta tarde tenemos que hablar", buscar colegios y canguros y pensar en un lugar para vivir cuando ya no tengamos pulso para sostener la mano. Y de pronto, todo ese terror se empieza a disfrutar como yupi en una montaña rusa y eso, es la felicidad..

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